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lunes, 8 de noviembre de 2010

"Saber Que Te Hundes" 0002

Hay instantes en la vida en los que sabes que te confundes. Cuando entras en un garito oscuro en el que todos te miran con cara rara, seguramente te has confundido de sitio. Cuando intentas coger la cartera del bolsillo de la americana del tipo de al lado mientras la tiene puesta, seguramente, también. Pero cuando llamas a la ex de un amigo con la que crees que pudiste haber tenido un affair, es fijo que te confundes. No importa que ella te invitara a su casa en alguna ocasión. No importa que te robara un beso en un momento de indefensión. Ni siquiera es importante que ella te dijera que te amaba un día de alcohol, no. Sabes que te confundes, y eso es lo peor.

Llamas a mujeres a las que en un pasado no te atreviste a hablar de tus sentimientos, porque eras un cobarde antes y lo sigues siendo ahora. Esperas que los sentimientos que albergas por tus intereses de antaño sean ahora, con el paso del tiempo recíprocos. No importa nada ya, porque no lo serán. Y, en el peor de los casos, quizás sí lo sean. En el peor de los casos, quizás sí debiste haber hablado con ella diez años atrás, cuando te demostró que te apreciaba, y quizás algo más. En el peor de los casos, descubrirás que todo este tiempo es lo que has perdido, que ella te amaba y tú lo has sabido pero que, entre tanto, los dos habéis sido como un barco hundido. Quietos, parados, silentes, vacíos...

No es buena idea remover el pasado. No es buena idea. Las cosas que fueron deben quedar atrás. Y las que no se dieron, se deben olvidar. Saber que te hundes no es un consuelo, pero ayuda, y mucho, a sobrellevar el duelo...

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