Powered By Blogger

domingo, 20 de marzo de 2011

"Super Mario Bros" 0045

Es una historia de buenos y malos, de lucha de clases, es un entretenimiento, y es historia. Es "Super Mario Bros.", o cómo dentro de un juego para críos (en su origen), puedes encontrar elementos de tu vida. O no. No soy fontanero, casi  nunca llevo bigote, y lo de la gorra es cuestión de la climatología imperante. Como de todas formas mido más de palmo y medio, las comparaciones son bastante odiosas. Ni tengo una Princesa Peach de la que ocuparme, ni me la ha secuestrado un bicho horrible, llamado Bowser, y mucho menos un gorila gigante que me lance barriles. No voy por la calle comiendo setas alucinógenas, ni me crezco por ello. No pisaría una tortuga aunque me dieran dinero, ni recorrería el mundo rompiendo ladrillos a puñetazos, eso no va conmigo. No es a todo esto lo que me refería. Es más al tema videojuegos.

Cuando era chaval, me pasaba algunos videojuegos con los ojos cerrados, y el "Super Mario  Bros" fue uno de ellos. Me sentaba frente al televisor, enganchado a la pobrecica NES de la época, y horas de diversión. Ladrillos, setas, salto para aquí, salto para allá, y venga, a disfrutar. Yo era Super Mario. No me suponía esfuerzo alguno, como pasa cuando eres niño. Cuando eres niño, casi sin esfuerzo, haces de otro niño al que no conoces tu mejor amigo de por vida en minutos. Cuando eres niño, sin utilizar más que un poco de encanto, tienes novia, y muestras tus sentimientos sin ningún tipo de subterfugio, mostrando una emoción pura. Cuando eres niño, lo que hoy te parece difícil es fácil, e incluso divertido.

Hace unas semanas, en Facebook, encontré un emulador de aquel "Super Mario Bros." en Flash. Me pareció genial, porque hacía mil años que no jugaba, ya casi se me había olvidado lo mucho que me divertía este juego. Así que, con la ilusión de un niño, comencé a jugar. Ahora ya supero la treintena, y di por sentado que, en cuestión de minutos, dominaría la situación. Pero no. Ya no. Me pegué horas, desesperado, y no conseguí superar la mitad del juego. Al final, ante la posibilidad de que mi ordenador sufriera mi ira, lo quité. Yo ya no soy Super Mario. Ya no me salen los trucos, ni me crezco ante las adversidades. Ya no me resulta fácil, ni mucho menos divertido. No soy ya un niño, y se nota en todo. Ni me ilusiono como antes, ni todo me parece sorprendente, ni tengo ganas de descubrir un mundo nuevo a mi alrededor. No soy capaz de hacer amigos en minutos, y los que tengo a veces albergo serias dudas de que sean para siempre. No tengo quien piense en mí y empiezo a ser demasiado egoísta como para pensar yo en alguien. Quiero creer que si Bowser raptara a mi Princesa Peach, recorrería medio mundo para rescatarla, pero, a la hora de la verdad, ya no estoy tan seguro. Antes, cuando era un niño, todo resultaba sencillo y lógico. Ahora, de adulto, lo lógico nunca es sencillo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario